Trueques comunicativos

Como si de los "Diez Mandamientos" se tratara, José Luis Orihuela plantea una decena de modelos que ayudan a entender cómo Internet ha cambiado el proceso de comunicación pública en los medios masivos hasta configurar la e-Comunicación.

Sin embargo, en este ensayo voy a centrarme en uno de ellos, el que se refiere a la permuta de audiencia a usuario. De hecho es más que una tendencia en el mundo de las Redes. La sociedad actual ha dado un giro, puesto que de esperar a que todo le viniera hecho, cada vez más se potencia el modelo de "hecho por uno mismo".

De audiencia a usuario

El primero de los paradigmas plantea un cambio de percepción entre la actitud pasiva que se le presupone a la audiencia y la activa que desarrolla el usuario. Hasta ahora las televisiones hablaban de televidentes, las radios de radioyentes, los periódicos de lectores... pero pocos se preocupaban por configurar un medio en el que la participación de los clientes en el producto que adquirían fuese participativo y de esta forma más atrayente.

Por una parte, la competencia que ha generado la mejora de la tecnología en la simplificación de los procesos, ha conseguido que los usuarios individuales tengan la opción de expresar su opinión y que ésta sea atendida por otras personas. Este punto, hasta hace veinte años, no era tan sencillo. Uno podía gritar en una avenida abarrotada, pero lo más seguro es que acabara afónico si no en el psiquiátrico.
Por otra parte está el interés. Los ciudadanos se sienten, a veces, defraudados por los temas que tratan los medios de comunicación tradicionales, así que no dudan en remangarse y meterse al río. En vez de recluirse como minoría y verse envueltos por la Espiral del Silencio de Noëlle Newmann, investigan, buscan y encuentran información hasta que satisfacen sus intereses comunicativos. Lo publican en sus blogs personales y, cosa curiosa, lo comparten.



Estos nuevos generadores de temas, usuarios de la red y comunicadores, al fin y al cabo, no tienen por qué ser profesionales. Pero se convierten en el eje del proceso comunicativo y productivo. Son muchos los que comunican a muchos, cambiando la estructura del sistema del tradicional broadcasting (uno a muchos) a una combinación entre networking (muchos entre sí), cliente/servidor (muchos a uno) y broadcasting.

Este proceso no es reversible. Los profesionales no volverán a ser los únicos emisores sino que entre la miscelánea de aficionados, maleantes e interesados surgirá la información que ya está documentando. Los datos suministrados estarán más personalizados puesto que al haber tantos emisores, cada uno escribirá, y se interesará, por sus gustos. Sin embargo esta información "a la carta" no conseguirá desconfigurar la agenda pública de temas. Los medios tradicionales, aun con más competencia, mantendrán su papel de creadores de opinión en la sociedad futura. No tanto por ser las únicas fuentes de información, sino por su relevancia como selectores y filtradores de información. En cuanto a la relevancia de la actitud de los medios Lazarsfeld comentaba que los medios no cambian actitudes, sino que refuerzan las preexistentes. Pone la base de los estudios que hará Klapper (“Los medios son causa necesaria, pero no suficiente, para cambiar la opinión pública”).

Otra de las teorías que influyen en esta nueva corriente de aumento de información disponible es la de la narcotización por exceso de información de Merton. Los ciudadanos, cansados del atropello que supone la cantidad ingente de notas y comunicados que se dan a conocer, podrían llegar a dejar de sentirse interesados por la información e incluso a que no trascendiera para su vida habitual.

Este punto de no retorno es peligroso. La información, por afectar a los ciudadanos, configura el debate público. Y éste exige interés y participación. La misma implicación que en una sociedad se debe reclamar a la opinión pública para que sea ella misma quien configure su forma y funcionamiento. La Red de Redes está colaborando a conseguir una sociedad más informada. En la variedad está el gusto.
Foto: Nihil Novo